COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE



Enviado por actualidad el Jue, 03/01/2013 - 12:00.

Desconfianza

COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE

No puedo reprimir un ramalazo de desconfianza cuando oigo hablar de militares demócratas o policías demócratas. ¿Si eran demócratas porqué se hicieron policías o militares? Dos oficios en los que cualquier atisbo de democracia está terminantemente prohibido por sus códigos, dos oficios en los que la disciplina estricta y la obediencia ciega a la jerarquía sustituyen a la libertad y al libre albedrío. Tiene su lógica, me dicen, a la hora de planear, y sobre todo de llevar a cabo un ataque, no puedes andar preguntando a la clase de tropa si prefieren atacar por el Este o por el Oeste, si avanzan o se repliegan. No sería práctico y ya se sabe que las guerras son sobre todo prácticas.

Los anarquistas- me contaba un viejo libertario, superviviente en cien batallas- no sabíamos hacer la guerra sino la revolución y por eso en el frente de batalla obedecíamos las órdenes de los mandos, pero solo en el frente de batalla, ni un paso atrás, fuera del combate, en los campamentos militares y en las localidades ocupadas, la jerarquía castrense perdía toda su razón de ser y mostraba su verdadera faz, su lado oscuro, su sinrazón profunda su autoritarismo y su intransigencia. Todas las guerras se hacen a favor del Capital y en ellas los ciudadanos, los civiles, se someten, o son sometidos por razones de seguridad, a los férreos códigos militares, se convierten en carne de cañón, en munición de los ejércitos.

El mismo ramalazo de desconfianza me estremece cuando en tiempos de paz los caudillos, incluso aquellos que avalan su mandato en unas elecciones, siguen ostentando con orgullo sus rangos militares y se hacen seguir llamando comandantes o coroneles, invocando sus galones y sus estrellas para apoyar sus designios. Se puede militarizar a los civiles pero no civilizar a los militares.

En la multitudinaria manifestación de policías celebrada en Madrid hace unos días, campeaba una pancarta que decía: “Ciudadanos os pedimos perdón por no poder detener a los auténticos responsables de la crisis, políticos y militares”. Pero no estaban en la calle por eso, se manifestaban porque a ellos también les han recortado salarios y derechos. El Estado ya ni siquiera paga bien a sus esbirros.


Periódico: Periódico cnt nº 395 - Diciembre 2012



Epitafio

COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE

Los mayas tenían razón, puede que no acertaran con la fecha exacta pero el mundo se acabó un día de estos, pongan la fecha que más les guste. El capitalismo muerto dirige los pasos sonámbulos de este postmundo zombi que va dando tumbos y tropezando con sus propios pies.

Se acabaron las coartadas, las buenas palabras, los supuestos principios democráticos. Libertad, Igualdad y Fraternidad, son conceptos que ya ni siquiera sirven como reclamos publicitarios. Al grito de Sálvese quien pueda se salvaron ellos, las ratas hundieron los barcos antes de abandonarlos y buscaron refugio detrás de sus murallas. En el aire quedan todavía los ecos de sus buenas palabras más huecas que nunca. Los peces grandes ya ni siquiera piden perdón cuando devoran a los peces chicos, los gobiernos reparten dolor, los ricos roban a los pobres, los policías machacan a los insumisos, los ejércitos aplastan a los rebeldes.

En Estados Unidos, se multiplican los “preparacionistas” que hacen acopio de armas y víveres para sobrevivir cuando la definitiva quiebra social desate la guerra de todos contra todos, confrontación que ya ha empezado y que se saldará con la supervivencia de los más fuertes. Civilización, progreso, solidaridad, los niños del futuro, si hay futuro y si hay niños, escucharán esas palabras como parte de viejos cuentos y leyendas de antaño. Escribo estas líneas postapocalípticas el 21 de diciembre de 2012, no se avista en el cielo meteorito alguno, comienza la prórroga, el tiempo de descuento. El mundo ya no volverá a ser como era y no era nada del otro mundo. Vivíamos en un espejismo y hace tiempo, mucho tiempo, que el espejo se rompió en pedazos y solo refleja fragmentos, retazos, añicos, de un mundo perfecto que nunca existió. Vivimos una liquidación final por cese de existencias, no existimos, apenas subsistimos, no contamos, nos descuentan. Los inmigrantes sin papeles no existen y todos nosotros somos o seremos inmigrantes sin papeles, parias de la Tierra, famélicas legiones. Todos menos ellos, cada vez menos, cada vez más poderosos, sepulcros blanqueados bendecidos por pálidos y melifluos sacerdotes y protegidos por legiones de sicarios. Seguiremos luchando por lo que es evidente contra toda evidencia. Ellos son los únicos que tienen algo que perder.


Periódico: Periódico cnt nº 396 - Enero 2013

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