---Los 300 (familias)… de la Burguesía Catalana: Corrupción estructural en la Generalitat-

--extraido de .....

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..Desde hace 150 años hacen y deshacen a su antojo en Catalunya.
Son 300 familias ligadas por lazos de parentesco endogámicos que acumulan patrimonio, lo fusionan, a través de matrimonios de sus hijos e hijas y controlan los negocios, la sociedad, la cultura y la política catalana.
Ellos construyeron el catalanismo político y ellos lo han gestionado en exclusiva. No se han enterado todavía, pero su ciclo toca a su fin. Su canto del cisne han sido los casos Palau y Pretoria, tras los cuales nada será igual en Catalunya.

Félix Millet era algo más que un estafador (presunto, claro, porque en la Catalunya de la oligarquía todo es presunto a la espera de que el proceso jamás se celebre) especializado en desviar fondos del Palau de la Música a sus cuentas de gastos personales hasta más allá de lo grotesco y mezquino.
Félix Millet era sobre todo “un patriota catalán”, penúltimo vástago de un linaje decimonónico vinculado a los negocios y al catalanismo político. Su modo de actuar denota una sensación de impunidad absoluta.
Desde  2002 la Sindicatura de Comptes (el equivalente catalán del Tribunal de Cuentas) detectó anormalidades, las cuales no impidió que la Generalitat y otras instituciones condecoraran y honraran a Millet.

El despacho de este “prócer catalán” en el Palau era frecuentemente visitado por los grandes nombres de la sociedad y de los negocios locales. No iban allí para pedir favores o recomendaciones sino para dar dinero. Y es raro, porque Millet, habitualmente era quien les llamaba y les solicitaba donaciones. Su orgullo y soberbia llegaban hasta el punto de no desplazarse a la oficina de los que sableaba, sino que los citaba en la suya seguramente para jugar en terreno propio.

Esbozo histórico: hacia una “música nacional de Catalunya”

Félix Millet llevaba 30 años al frente del Palau de la Música. La música le importaba, literalmente, un pepino, pero el lugar, en tanto que uno de los centros históricos de relaciones entre la oligarquía catalana desde principios del siglo XX, era una institución que permitía conmover a los patricios de las 300 familias de la alta burguesía y obtener de ellos jugosas donaciones. Desde que el Conde de Güell, en el último tercio del siglo XIX, financiaba de su bolsillo todas las actividades catalanistas, existía en esos círculos “ilustrados” la noción de crear una “música nacional de Catalunya”. El Gran Teatro del Liceo no parecía el lugar más adecuado para ello.

Las óperas wagnerianas, al decir de aquella generación catalanista, eran “paganas” y, en cualquier caso, poco católicas y nada catalanas. Sin embargo, era lo que los amantes de la música exigían en aquella época.
El wagnerianismo penetró profundamente en los gustos de la aristocracia económica del Liceo de la misma forma que las masas corales se habían extendido entre las clases populares gracias a la obra de Anselm Clavé, francmasón y socialista utópico. Clavé se había inspirado en el libro Viaje a Icaria, de Etienne Cabet (uno de los padres del comunismo utópico cuyo pensamiento logró penetrar profundamente en los círculos revolucionarios barceloneses).
Cabet contaba que en su sociedad ideal icariana los obreros irían cantando al trabajo y trabajarían cantando coralmente para establecer vínculos fraternos entre todos ellos. Anselm Clavé llevó esta idea a la práctica y, desde entonces, las masas corales siempre han tenido cierta raigambre popular en Barcelona.
Pero el Conde de Güell no estaba cómodo ni con las óperas wagnerianas seguidas por la alta burguesía, ni con las masas corales que atraían a las clases populares frecuentemente impregnadas del naciente socialismo. En efecto, ni en unas ni en otras se encontraba ese carácter catalanista que tanto ansiaba. De ahí que propusiera la construcción de una “música nacional de Catalunya” y para ello estuviera dispuesto a poner sobre la mesa sus ingentes y casi ilimitados fondos.

Güell fracaso a la hora de crear una “ópera nacional catalana” capaz de rivalizar con el wagnerianismo. Aprovechando que el mecenas tenía grandes propiedades en las costas del Garraf, un músico que formaba parte del entorno de los Güell, García Robles, decidió dedicar una ópera peripatética a esta comarca.
La ópera se llamó “Garraf” y sería difícil decidir si la música compuesta por García Robles era lo peor o lo farragoso del texto escrito por el poeta Ramón Picó i Campañas, secretario personal del Conde de Güell, deslucía más la obra… Robles, por cierto, escribió para el Orfeón Catalán un “Himno a la Bandera Catalana” y la trilogía “Catalonia” evidenciando que hacía todo lo que podía para satisfacer al mecenas.

Más fortuna tuvo el Orfeón Catalán, sociedad coral fundada en 1891, surgido de las masas corales de Clavé “catalanizadas”. El Orfeón fue fundado por Lluís Millet i Pagés y para darle una sede social se construyó el Palau de la Música Catalana cuyo sobrino-nieto saqueó en los últimos 30 años. En Catalunya se dice que los padres crean las empresas, los hijos las expanden y los nietos las destruyen… Con algunas diferencias, más o menos, esto fue lo que ocurrió en el Palau de la Música

Félix Millet padre, hombre clave del catalanismo político de postguerra


.................continua articulo de investigación y analisis largo...pero bueno

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