La xenofobia como reclamo y programa electoral


EXTREMA DERECHA EN EUROPA | HOLANDA
Geert Wilders, del Freedom Party (PVV), de derechas y populista, ha creado en su contra una avalancha sin precedentes, cargada de un claro mensaje antirracista en Holanda.
E. Jeroen (Alert!) | Periódico CNT
Despues de las elecciones locales del 19 de marzo, en las que perdió unos 8000 votos en dos ciudades en las que él participaba, Wilders preguntó a un grupo de seguidores en un bar en La Haya “¿quereis más o menos marroquíes en esta ciudad?”, la multitud coreaba: “¡menos, menos, menos!”, entonces Wilders sonriendo respondió: “entonces vamos a solucionar esto”.
Después, para las cámaras, explicó cómo lo iba a hacer: cerrando las fronteras a los inmigrantes marroquíes, expulsando a los que cometan delitos y, en general, estimulando a los marroquíes para que vuelvan a su país voluntariamente. Estas propuestas no son nuevas, Wilders y el PVV las piden desde hace diez años, aparte de formar parte de su programa electoral.
Pero las propuestas de deportaciones y ciudadanos de segunda clase hechas con estas claras connotaciones racistas y la imagen de estos seguidores gritando han enfadado a un montón de gente: a principios de abril más de de 5000 quejas fueron recogidas por la policía, en algunas ciudades la gente se congregó para hacer cola gracias a mensajes de Facebook. En Nijmegen el alcalde lideró una marcha de unas 250 personas hasta la comisaría, en Arnhem el ayuntamiento se declaró en contra de Wilders diciendo que Arnhem es una ciudad tolerante y hospitalaria.
Los socialdemócratas (PvdA) en el parlamento declararon que iban a votar en contra de cada moción del PVV desde entonces (aparentemente no habían tenido ningún problema antes). El partido liberal de derechas VVD va a negarse a cooperar a menos que Wilders retire sus palabras. Varias agencias de noticias y periodicos, no considerados como progresistas, se han distanciado también de las declaraciones de Wilders. Esto es nuevo, pero no se sabe cómo influirá en el futuro.
Dentro del PVV también ha habido ruido, con algunas figuras influyentes dejando el parlamento y otros estamentos del partido, el PVV se ha quedado con doce asientos (en el parlamento hay un total de 150) dejando de ser el mayor partido opositor. Wilders sigue buscando cooperación con otros partidos europeos de similar ideología, como el French Front National, Flemish Vlaams Belang y Austrian Freedom Party.
Sin embargo, Daniel Pipes, uno de los estadounidenses que apoyan y financian a Geert Wilders, fué crítico al declarar que Wilders debería haberse expresado con más cuidado, “estoy de acuerdo con sus objetivos pero no con sus tácticas”, dijo Pipes. La semana después de las elecciones Wilders canceló un discurso en el congreso de Belgium Vlaams Belang para prevenir mayores daños.
El fiscal dijo que decidirían si juzgar a Wilders o no antes de las elecciones europeas del 22 de mayo.
¿Pero como podemos contextualizar esto? Antes de las declaraciones pidiendo menos marroquís, en noviembre del 2012, Holanda se enfrentaba también a un periodo en el que el racismo subyacente iba creciendo.
Antropólogos e historiadores que tratan de analizar y determinar con precisión este punto de inflexión, cuando ha desaparecido esa delgada capa de “holandesa tolerancia multicultural”, discuten sobre lo que ha sucedido. ¿Se trata del ascenso y caída del populista y de derechas Pim Fortuyn como una secuela del 9- 11- 2001? ¿o el debate sobre el artículo de opinión del intelectual socialdemócrata Paul Scheffer en el 2000, quien declaró que esa sociedad multicultural era un total fracaso?
La verdad es que, después del 9- 11, se sucedieron multitud de ataques, amenazas y violencia contra musulmanes, mezquitas y escuelas islámicas. Un hecho sin precedentes en Holanda. Fortuyn acuñó odio y racismo a la vez que sentimientos anti- sistema y subió en las encuestas 35 asientos en el parlamento en el auge de su éxito. Fortuyn fué asesinado en el 2002 en Hilversum por alguien que vió en él una gran amenaza para la coexistencia en sociedad. Incluso con la muerte de su lider Fortuyn, una mezcolanza de candidatos entraron dos días después en el parlamento con 26 asientos e incluso participaron, durante un turbulento periodo de 87 días, en el gobierno.
¿O puede que Holanda perdiera su actitud “Holocausto nunca más” que caracterizó el periodo después de la segunda guerra mundial hasta los noventa del siglo pasado, con el asesinato del cineasta Theo van Gogh en 2004, en Amsterdam? Este incidente también impresionó a los holandeses y dejó como secuelas docenas de ataques a escuelas islámicas, mezquitas y musulmanes. La atención pública y política se enfocó completamente en la radicalización de los musulmanes y se elaboraron leyes de vigilancia, arrestos a extremistas que portaban armas, radicales fueron sitiados en La Haya y túneles cerrados por escuadrones antiterroristas enmascarados. El debate se centró en la asimilación más que en la integración, la deportación más que en la inmigración, leyes duras más que educación del individuo o de los grupos.
¿Pero que pasó en noviembre del 2012? Se realizó un arresto en un pequeño pueblo del norte de Holanda, Friesland. En 1999 una niña de 16 años fué encontrada violada y asesinada en un campo cerca de la ciudad de Zwaagwesteinde. Inmediatamente la gente del pueblo y los periodistas señalaron a los refugiados de un centro de asilo cercano. La forma en la que la niña, Marianne Vaatstra, fué asesinada (en los medio de información dijeron que con la garganta cortada) no era occidental y nunca pudo haberlo hecho un holandés. Un famoso periodista de investigación apareció en televisión con una animación en la que se veía hombres negros haciendo gestos de cortar gargantas. La policía arrestó a un refugiado y declaró que otro había huido. Pim Fortuyn escribió en su columna, en la más vendida y de derechas revista de opinión, Elsevier , “Cortar una garganta, eso es algo que un frisio nunca haría”. Luego se descubriría que la garganta no fué cortada, pero eso no fué noticia.
La extrema derecha en esos días avivó la rabia en contra de los refugiados, quienes vivían por centenares en centros en pequeños pueblos blancos, pero las movilizaciones de la población en todas partes de Holanda en contra de los centros de asilo no necesitaba las provocaciones de la ultraderecha. A los refugiados se les retrataba como criminales, violadores, ladrones, parásitos y demás.
La idea de que la “cultura occidental” con sus valores “ilustrados” estaba amenazada por una cultura Islámica- marroquí y que esa cultura no es compatible en absoluto con la holandesa caló. En noviembre del 2012 se descubrió que Marianne Vaatstra fué asesinada por un hombre de un pueblo cercano. Un examen de ADN que se hizo ese año entre hombres de una determinada edad en el área permitió arrestarlo y él confesó. La cuestión es ahora: ¿Se producirá un debate de auto- reflexión al mismo nivel, con la misma publicidad y titulares que en los días, semanas, meses, años en los que la gente buscaba una víctima entre los más vulnerables?. En los noventa la tradicional extrema derecha tenía tres asientos y unos setenta asientos locales, pero eran mayormente ignorados por los otros partidos y se enfrentaban a una gran resistencia en las calles. En 1996 la ultraderecha ganó su derecho a manifestarse, que ya era normal en otras partes de europa, pero nunca podría movilizar a una gran masa de votantes. Por lo que era necesario otro tipo de extremismo, el populismo de derechas, empezando en el 2001 con Fortuyn, impulsado por los antiguos liberales de derechas Rita Verdonk y Geert Wilders en los años siguientes al 2004, el del asesinato de van Gogh. El Freedom Party de Wilders aparecía en las encuestas en abril del 2004 como uno de los mayores partidos, indicando que la tormenta racista había encontrado tierra firme en la antigua tolerante Holanda.

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