El Gobierno de Renzi en la estela de Berlusconi y Monti


EXTREMA DERECHA EN EUROPA | ITALIA
La derecha italiana, entendida tanto en términos de "cultura popular" como de organizaciones políticas, se ha reforzado enormemente.
M. Verzegnassi (USI-AIT) | Periódico CNT
Por una parte, las oleadas migratatorias que, desde la disolución de la antigua Yugoslavia, han afectado a Italia, y por otra, la grave crisis económica de estos últimos años, han contribuido a crear una mezcla explosiva que ha alimentado el fortalecimiento de la derecha.
Podemos subdividir la “derecha” en tres grupos principales:
-La derecha del Gobierno.
-La derecha populista y xenófoba.
-La extrema derecha, neofascista y neonazi.
La derecha de gobierno, neoliberal y antipopular
En este sentido, son de derechas todos los gobiernos que se han sucedido en los últimos años, ya sea aquellos presididos por Berlusconi (con Forza Italia como partido principal), ya sea el gobierno “técnico-tecnocrático” presidido por Mario Monti (el hombre del Banco Central Europeo y de los poderes económicos mundiales, tanto europeos como mundiales –FMI-) y, por supuesto, el actual gobierno de Renzi.
Aunque este último se proclame de izquierdas (su partido, el PD –Partido Democrático-, surgió de la unión del antiguo Partido Comunista con el “ala izquierda de la Democracia Cristiana), en realidad este continúa en la estela de Berlusconi y Monti, con una política de corte liberal de ataque feroz contra el proletariado, recortando los salarios y reduciendo los derechos conquistados por las y los trabajadores (en particular, atacando el Estatuto de los Trabajadores, que se está intentando demolir con el llamado “Jobs Act”), mientras se protegen los intereses de los grupos de poder: grandes empresarios, bancos y, en general, de las clases dominantes, con quienes el gobierno tiene una relación privilegiada.
La derecha populista y xenófoba
Se encuentra representada sobre todo por la Liga Norte (pero también, al menos en parte, por el movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo), que, aunque en estos momentos se encuentra en la oposición, ha gobernado durante muchos años en coalición con Berlusconi. Su recorrido inició como partido del norte de Italia, con un discurso anticentralista opuesto a Roma como capital, junto a un fuerte componente discriminatorio y racista hacia la población originaria del sur de Italia, emigrada en masa durante los años cincuenta y sesenta a las regiones del norte. La Liga, además, contaba con un programa originalmente secesionista (pedía la independencia para la “Padania”, las regiones al norte del río Po) y regionalista.
Con el aumento de los flujos migratorios extracomunitarios, sin embargo, ha cambiado de estrategia, silenciando casi completamente su linea antimeridional (y de hecho está intentando crecer en las regiones del sur de Italia), orientándose en cambio hacia un programa de lucha feroz contra los inmigrantes extracomunitarios, en particular aquellos de religión musulmana y piel oscura. Para ello, aprovecha los miedos de todos aquellos italianos que no están dispuestos a cambiar sus costumbres, que no soportan los olores de comidas distintas o comportamientos “extraños”. En resumen, de aquellas personas que tienen miedo.
La crisis económica de estos últimos años ha empeorado, además, la situación, porque muchos piensan que los emigrantes les quitan el trabajo, Aunque, con los datos económicos en la mano, esto se demuestra como una falsedad, para millones de italianos el emigrante es un enemigo que hay que expulsar y mandar de vuelta a su país, aunque este no exista más o arriesgue la vida retornando.
La derecha política
En Italia siempre han existido partidos de extrema derecha, nada más acabar la II Guerra Mundial. Estos se inspiraban más al fascismo de Mussolini que a la derecha nazi, y que han sido usados como “masa de maniobra” por parte de los gobiernos “democráticos” contra las izquierdas, obligándolas a desperdiciar energía física defendiéndose de los ataques físicos de las bandas fascistas, hasta el punto de ensayar soluciones golpistas a finales de los sesenta y primeros años de los setenta. Sobre todo (pero no exclusivamente) en aquellos años, la derecha acuchilló, disparó y puso bombas en grandes masacres, que han quedado casi todas impunes (bombas en bancos, en trenes, atentados con dinamita con ocasión de huelgas o manifestaciones, bombas –de nuevo-, en la estación ferroviaria de Bolonia, con casi cien muertos, y muchos más episodios), y todo bajo la mirada benévola de gobiernos, fuerzas políticas y poderes fácticos en general.
Hasta la mitad de los años noventa, el mayor partido de la derecha italiana era el Movimiento Social Italiano (MSI), que en las elecciones conseguía entre un 5 y un 7% de los votos. Después, el partido se rompió y una gran parte se pasa a la formación de Berlusconi, mientras el resto busca solucines alternativas. La agrupación más grande, en términos numéricos, se llama hora “Fratelli d´ Italia” (el título del himno nacional transalpino), pero los grupos más problemáticos y peligrosos están representados por Fuerza Nueva o Casa Pound, verdaderos paramlitares que actúan –solos o junto a sus camaradas más “presentables”- asaltando campamentos chabolistas, centros de acogida a refugiados, manifestaciones de izquierda o personas individuales. Particularmente, en las manifestaciones contra la inmigración, actúan cada vez más a menudo junto a la Liga Norte y otras organizaciones de derecha que se presentan como “apolíticas” y que se constituyen en ocasiones particulares, como las organizadas periodicamente contra las políticas neoliberales de los sucesivos gobiernos, sin reconocer que las causas de la pobreza están en el propio capitalismo y dando siempre la misma solución: “dadnos el poder a nosotros, que arreglamos las cosas”. No es casualidad que, a nivel internacional, estén cada vez más cerca de la extrema derecha francesa representada por Marine Le Pen.
Ya sea como USI-AIT, sea como movimiento libertario en general, estamos intentando oponernos sin compromisos y sin miedo. Como Sindicato, hemos organizado (y estamos decididos a seguír haciéndolo), huelgas, movilizaciones y acciones, tanto a nivel nacional, regional y de fábrica contra las políticas del gobierno italiano y de los lineamientos neoliberales de la Troika europea. Como movimiento libertario nos hemos posicionado claramente con los emigrantes, para enlazar la defensa de sus derechos con los de los trabajadores italianos, oponiéndonos con todos los medios a nuestra diposición al racismo y a los espasmos del nacionalismo fascista.

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