"El 15M es la constatación de que una parte importante de la sociedad es afín a las ideas libertarias"


Procés Embat se presentó recientemente en sociedad con la intención de articular un anarquismo organizado. En la siguiente entrevista nos cuentan su visión del movimiento libertario actual y sus intenciones con este nuevo proyecto.
I. Nistal | Periódico CNT
Pregunta.- ¿Cómo surge Procés Embat? ¿Por qué ese nombre?
Respuesta.- Quienes comenzamos con este Proceso Embat sentíamos la necesidad de articular una respuesta organizada ante los problemas que tiene nuestra sociedad en nuestro momento. Es decir, huir de los finalismos típicos de las ideologías revolucionarias y aplicar nuestros valores aquí y ahora en un proceso organizativo centrado en el ámbito social.
Encontrábamos a mucha gente que había abandonado el movimiento, o estaba en proceso de hacerlo, desperdigada en numerosas plataformas, movimientos y organizaciones sociales a veces ajenas a lo libertario. Se trataba de volver a conectar con esta gente y seguir aportando a sus propias luchas pero trabajando desde una perspectiva libertaria, ya que a pesar de la distancia notábamos que seguían trabajando con nuestro propio anhelo.
Embat significa embate en catalán, como el embate de una ola que rompe contra un acantilado. Creíamos que el nombre era muy gráfico de lo que queríamos significar tanto para el movimiento libertario actual como para los movimientos sociales.
P.- Habláis de la necesidad de un anarquismo organizado. ¿Pero eso no existe ya?
R.- El anarquismo no está organizado. Tiende hacia la organización, pero aún no está organizado. El anarquismo en el terreno de lo social está organizado únicamente en el anarcosindicalismo. Pero más allá es un movimiento profundamente atomizado, con cada cual actuando bastante a su aire sin muchas posibilidades de dar una respuesta en tanto a movimiento. Creemos que aún estamos en una fase de colectivos y no de organizaciones. Es decir, que la gente que se considera libertaria ha pasado de estar desorganizada u organizada por afinidades personales (y no en base a posturas políticas) a militar en pequeños colectivos de ámbito local. Algunos se dedican a lo cultural, otros a gestionar un espacio (ateneos y centros sociales), otros al barrio y otros a cuestiones sociales, pero apenas hay ámbitos de trabajo más generales, como por ejemplo, cómo dar una respuesta libertaria al TTPI, cómo intervenir en el tema de la vivienda, qué propuesta como movimiento tenemos ante la sanidad, las pensiones, la enseñanza, el paro, etc. Cosas que nos afectan a todas y que las respuestas que damos son fragmentadas y a veces incluso contradictorias. El trabajo que se lleva a cabo en este sentido a menudo no se hace desde el movimiento libertario sino desde las organizaciones de los movimientos sociales, salvando la excepción del anarcosindicalismo. Por tanto, pensamos que es necesario generar ese espacio que actualmente no existe.
Actualmente existen cada día más coordinadoras de colectivos y grupos. Pensamos que es un paso adelante hacia la construcción de organizaciones. Sin embargo no creemos que sea la solución. Precisamente hemos participado en varios intentos de coordinadoras. Todas han fracasado en lo mismo: la falta de posturas políticas compartidas. Cada grupo pensaba de una manera diferente, e incluso dentro de cada grupo había posturas divergentes y esto hacía prácticamente imposible poder llegar a acuerdos de gran calado. Toda la parte propositiva quedaba en crear periódicos, hacer carteles, alguna campaña, convocar alguna manifestación y poco más. Eso sí, esas coordinaciones sirven para conocer a nuevos compañeros y compañeras, ver con quien puedes trabajar e iniciar líneas de trabajo. Pero llegado a ese punto pensamos que llega el momento de las organizaciones, en plural, según diferentes posturas tácticas y estratégicas o formas de funcionamiento.
P.- ¿Tenéis alguna experiencia a nivel estatal o mundial que os haya influenciado para poner en marcha este proceso?
R.- A nivel estatal bien pocas. Nuestra mayor influencia viene del anarquismo social latinoamericano representado por la FAU de Uruguay y la FAG de Río Grande del Sur (Brasil) y toda la larga lista de organizaciones que han generado éstas dos en la última década. Pero a pesar de ello, no seguimos sus líneas al pie de la letra. Queremos partir de una realidad territorial cercana. Por tanto importar modelos del pasado o de otros territorios tiene poco sentido.
De hecho casi que nos es de mayor inspiración la lucha social y popular de Chiapas, de Oaxaca, del campesinado de Colombia, del movimiento estudiantil de Chile, del Kurdistán, etc. que el propio movimiento libertario local o internacional de los últimos años. Nuestro movimiento debe estar adaptado a los tiempos y a las tradiciones organizativas y de lucha del territorio.
P.- ¿Por qué a día de hoy las ideas anarquistas están muy lejos, ya no de adquirir relevancia, sino de ganar simpatías en la sociedad?
R.- No pensamos que generemos excesivas antipatías, al contrario, se nos acerca mucha gente que nos considera un movimiento utópico. Eso es lo triste, que no damos sensación de que algún día podamos llevar a cabo nuestros objetivos finalistas y a veces damos también la sensación de que no nos lo llegamos a creer. Durante aproximadamente tres décadas el movimiento libertario ha vivido encerrado en sí mismo. Primero en el anarcosindicalismo y en su guerra interna, después en la contracultura y el movimiento okupa. En cada ámbito el anarquismo era demasiado débil para dar una respuesta a los problemas de la sociedad.
Pero pensamos que se ha recorrido mucho camino. El ambiente ya no está tan enrarecido como en otros tiempos y hay mucha gente libertaria que ha llegado en los últimos años a la militancia y se respira un cambio profundo en el movimiento. Es así, desde el optimismo, la humildad, el trabajo militante, la apertura, en contacto directo con las luchas sociales, como podremos volver a ganar las simpatías de la sociedad.
P.- Sin embargo muchas iniciativas de carácter social se pueden decir que beben de principios libertarios. Véase mismamente el 15M...
R.- El 15M es la constatación de que una parte importante de la sociedad es afín a las ideas libertarias. Pero que sea afín no quiere decir que sea libertaria, no tiene por qué desear los objetivos finalistas del anarquismo. Esa era la tarea del movimiento libertario. Las ideas anarquistas impregnan el tejido de las luchas, pero siempre hay quien se las intenta apropiar como si pertenecieran a su propia tradición. Es como el antiguo sindicalismo revolucionario, que fue creado al margen del marxismo y del anarquismo, y que gracias al trabajo de muchísimos militantes libertarios acabó siendo un movimiento afín al anarquismo. En este caso tenemos que pensar que los movimientos no son neutros, que en todos ellos hay militantes de todos los partidos y que cada uno tiene su propia agenda. La nuestra es lograr que el movimiento social sea autónomo, independiente de los partidos. Y logrando eso, en la práctica, estamos consiguiendo que ese movimiento sea en el futuro un aliado del movimiento libertario.
P.- ¿Creéis que el movimiento libertario ha pecado en los últimos tiempos de excesivo dogmatismo? ¿Cuáles son las principales carencias y ventajas que le veis?
R.- El dogmatismo del movimiento libertario lo vemos constatado en su exceso de ideología. Ante cualquier problema se sacan a colación los principios. Y los principios a menudo impiden actuar conforme lo que exige la realidad. Por lo tanto, queremos centrarnos en la práctica. Una práctica basada en los principios, sí, pero también en la estrategia para lograr unos objetivos. Por eso nuestra organización será de militantes, de personas que militan en los movimientos y que comparten las luchas cotidianas de la sociedad. Es decir, hablamos del anarquismo como un movimiento político-social y no sólo ideológico. Encerrarse en la ideología ha sido principalmente una excusa para eludir una realidad que nos era adversa. Como todo lo que pasa a nuestro alrededor choca con nuestros principios, no actuamos y lo criticamos desde nuestros locales, desde nuestro espacio de confort. Creemos que hay que romper con esta dinámica y confrontar los problemas que nos rodean, equivocándonos si hace falta. El anarquismo es una herramienta para la liberación y si deja de serlo no será más que una simple pose.
P.- ¿Qué opináis de aquellas formaciones políticas como Podemos o Ganemos? ¿Nos han comido en cierto modo el terreno? ¿Cómo recuperarlo?
R.- Son expresiones de un descontento de la sociedad. Ante la falta de victorias evidentes de la calle la gente se vuelca hacia el electoralismo. En este caso aparecen nuevas versiones de la izquierda parlamentaria. Así pues lo libertario se opone al juego electoral como solución fácil y denuncia que el electoralismo olvida lo que en realidad importa: empoderar a la gente. No confiamos que se pueda lograr gran cosa desde las instituciones, ya que quien ostenta el poder en este país es el gran capital, y no el gobierno. Los ayuntamientos tienen relativamente pocas competencias y los logros que puedan realizar serán exiguos. Pero tampoco vamos a quedarnos de brazos cruzados y a dejar pasar un momento sin luchar, sin llevar las reivindicaciones populares hacia sus objetivos e incluso trazar nuevas metas más ambiciosas. El poder debe estar en la calle, ese es nuestro papel. Ayudar a organizar a la sociedad.
P.- Poniéndonos ambiciosos... ¿qué objetivos os gustarían alcanzar bajo esta iniciativa? ¿Cuáles serían las etapas para alcanzarlos?
R.- Dejemos claro que de momento somos un proceso de organización y no una organización formalmente constituida. Esto ocurrirá cuando las diferentes agrupaciones que componen Embat así lo decidan. Nos falta mucho recorrido, pero en los últimos tiempos notamos un acelerón significativo. De todas formas lo que debe crecer no es nuestra organización en sí misma, sino la influencia de nuestras ideas y formas de hacer en los movimientos sociales y populares. Si contamos con unos movimientos sociales autónomos y bien politizados, y además organizados entre sí, tendremos algo así como un pueblo organizado. El papel del anarquismo organizado debiera ser el de catalizador y motor de iniciativas y el de evitar la recuperación de las luchas por otros movimientos políticos. En ese momento estaremos en un nuevo estadio de luchas en este país.

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