Lógico o absurdo




COLUMNISTAS | ENRIQUE HOZ
Recientemente he vivido una situación que cada cierto tiempo se repite. Un amigo o conocido se pone en contacto conmigo y me cuenta que ha sido despedido él o alguien de su entorno afectivo, que el motivo alegado por la empresa para tal despido (objetivo o disciplinario) es falso y que (aquí es donde el amigo o conocido se queda desconcertado) le han puesto sobre la mesa la indemnización correspondiente al reconocimiento de un despido improcedente.
Son personas más o menos cercanas a mí y que, independientemente de llevar muchos o pocos años inmersos en la realidad de las relaciones laborales, desconocen este batiburrillo de los despidos y, al vivirlo tan de cerca y comprobar lo que hay, se quedan perplejos. No tiene lógica, me suelen decir.
No es lógico que en una carta de despido figure un motivo objetivo o disciplinario para justificar esa decisión y, al mismo tiempo, se reconozca su improcedencia, es decir, que el motivo no puede ser acreditado, ni justificado o que el despido no se ha efectuado cumpliendo los requisitos formales y legales, y acto seguido te ofrezcan la indemnización correspondiente. Todo el menú en un solo plato y en un instante.
Corría el año 2002 y el Gobierno Pepero impuso una nueva Reforma Laboral con la que, entre varios cambios, pretendía la supresión de los salarios de tramitación. Frente a este nuevo varapalo para la clase trabajadora se convocó un día de huelga en todo el Estado allá por el mes de Junio. La pretensión del PP en esta matería quedó momentáneamente aparcada hasta que en otoño de ese mismo año CCOO y UGT alcanzaron un acuerdo con el Gobierno mediante el cual, en una misma tacada, tenían cabida la pretensión patronal de un despido procedente junto con el reconocimiento de su improcedencia.
¿Absurdo? No solo eso, también disparatado, pero hablo como trabajador. Para la parte empresarial tenía mucha lógica porque su finalidad iba encaminada a reducir el coste del despido, así que el proceso revestido de legalidad, fuese como fuese, debía adaptarse al objetivo final.
“-¿Qué es la lógica? -Aquello que se opone a lo absurdo. -Aaaahhhh. -¿Lo has entendido? -No, pero tiene lógica”.
La lógica y lo absurdo al servicio de los intereses.

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