“El amor romántico pierde a las mujeres”




La actriz Pamela Palenciano está siempre de gira intermitente con su obra No solo duelen los golpes, un monólogo teatral sobre el maltrato de género que remueve conciencias.
Redacción | Periódico CNT
Fotografía: Jorge París
Un tiempo después de tomar conciencia de la experiencia de maltrato que había vivido, Pamela Palenciano saltó al escenario para abrir los ojos a chicos y a chicas ante las relaciones abusivas. La actriz asumió su experiencia como una oportunidad para trasladar su historia al espacio público mediante una eficaz herramienta teatral.
Pregunta.- Cuando decides expresar tus vivencias del maltrato, ¿por qué te decides por el monólogo trágico-cómico?
Respuesta.- No solo duelen los golpes nace de una frase de mi primera psicóloga en terapia de malos tratos, antiguamente llamados violencia doméstica (menos mal que ya no se llama así, porque privatiza mucho este problema). Yo no me veía como la típica mujer maltratada, porque nunca había tenido un moratón, una marca. En una de las terapias me puse a gritar por la ventana, en una crisis de ansiedad, y ella me preguntó que por qué. Y yo le dije que si esto nos pasaba por ser mujeres, y en la sala estábamos dieciséis mujeres, que fuera tenía que haber más y que por qué antes nadie me había contado eso a mí. Entonces ella me propuso contar mi historia por medio de una exposición de fotografía. De hecho No solo… empezó como una exposición. Después se convirtió en un taller de prevención de violencia de género y después lo que es ahora desde hace tres años, en un monólogo con una parte de tragicomedia, con un tinte de stand up comedy, en un formato digamos tradicional en cuanto al monólogo teatral, pero con una propuesta política feminista en su interior. Eso es lo que yo planteo en No solo…, romper estereotipos a través de mi historia y con la filosofía de que lo personal es político: que lo que me pasó a mí no fue por ser yo sino por ser mujer, por vivir en una construcción social patriarcal. De ahí nace No sólo duelen los golpes.
P.- ¿En qué ambiente y rodeada de qué tipo de personas te gusta más trabajar?
R.- Yo le encuentro chicha y limoná a todo, desde el barrio más lleno de pandillas hasta la cárcel. Me gustan mucho los espacios ocupados asamblearios en los que parece que no hay machismo, o al menos se creen ellos y ellas: que no hay relaciones de desigualdad. Y me gusta porque es como una bofetada en la cara… no por joder a nadie, sino por conseguir la reacción que yo sentí cuando me di cuenta de lo que me había hecho el machismo. Hay espacios en los que digamos que es más evidente, como en algunas aulas de los jóvenes de acá (El Salvador) o en aulas de la Península Histérica, que se creen con toda la igualdad del primer mundo conseguida y luego cuando ven el monólogo pues ya no. Pero digamos que disfruto más en los espacios izquierdosos, que se ponen la etiqueta de relaciones en equidad por aquello de tener una deconstrucción política o emocional y no reconocen que todavía hay algo ahí.
P.- ¿Qué le dices al que suelta la típica frase sobre una mujer maltratada por su pareja “pues no sé cómo no le deja, no es tan difícil…”?
R.- Esos comentarios “todo se arreglaría si ella lo dejara”, etc., para mí es más de lo mismo: culparnos a nosotras de la situación, del origen del problema. Yo cuestionaría más por qué ese tipo no la deja en paz, por qué él se comporta de esa manera. A la gente que me pregunta que por qué no los abandonamos pues es sencillo: porque estábamos enamoradas. No reconocemos que hay una violencia. Reconocemos que a lo mejor se ha pasado y lo justificamos de mil formas: desde el mal día, los nervios, un problema psicológico, el alcohol, el trabajo, la ex… lo que sea que le haga comportarse así. Y llega un momento en el que lo justificamos a través de nosotras: es por mi culpa, realmente él reacciona así por mi culpa, tengo que cambiar para que él deje de comportarse así. Soy yo el problema, yo le provoco y saco lo peor de él y es cierto porque él me lo dice. Porque el amor te construye esa identidad de darlo todo por amor, entonces al perderte a ti misma pierdes la capacidad de amarte, de darte cuenta de algo que desde fuera sí te darías cuenta. Yo me cuestionaría más el comportamiento del tipo. Trataría de entender que a nosotras lo que nos pasa, más allá de ser víctimas de una situación, es que estamos enamoradas y aprendimos a amar de esta forma. Porque el modelo de amor romántico que nos enseñan desde niñas es una mierda: darlo todo por amor, casarte con alguien que acabas de conocer, entregarlo todo, confiar ciegamente en la persona con la que estás… En esa confianza tú no pones en juego que esa persona te va a hacer daño, porque si no, no te enamorarías de nadie. Entonces ese daño que te ocurre crees que no es un daño sino una reacción de algo que has hecho mal, o que él va a cambiar en algún momento. Eso es lo que le contesto a la gente que me hace esta pregunta.
P.- ¿Has sentido alguna vez que no llegaba tu mensaje a los asistentes al monólogo? ¿Has sentido impotencia o incomprensión?
R.- La verdad es que sentir que no ha llegado sí me pasa mucho en las aulas de la Península Histérica, sobre todo en institutos a veces. Menos mal que no a todo el mundo… A lo mejor se genera un ambiente que parece que no ha llegado y siempre están las cinco o seis chicas que luego me escriben al facebook diciendo “mira, siento que mi clase se ha portado muy mal, que te han estado molestando, pero que nos ha llegado un montón”. Claro que he sentido mucha impotencia a veces de que no aprovechen la oportunidad, no porque sea yo sino por cualquiera que dé un taller o que hable públicamente de las emociones, del amor, de lo que es amor y lo que no, y que no aprovechen ese espacio como para dejarse tocar. Sí que he sentido impotencia, pero llegó un momento de mi vida en que aprendí que cada cual tenemos nuestro ritmo, nuestro tiempo, para poder reconocer y vernos en los espejos que nos pone la vida. Me he ido relajando en ese sentido un montón, porque antes sí que me generaba muchísima ansiedad y muchas crisis de identidad propia, del proyecto, de si seguir o no… También me pasaba más cuando me colocaba yo como Pamela sin el teatro como una máscara, una armadura que me protege y me hace entrar y salir del recuerdo. Cuando era yo desde mí, desde las fotos, sentía más dolor porque como que no me están escuchando, no me están entendiendo, por qué no aprovechan esto, por qué me están culpando a mí, por qué todo el tiempo es por qué no lo dejaste, tus padres por qué no te dijeron nada, y nadie ponía en evidencia al responsable de la historia que es mi ex agresor, por eso decidí convertirlo en un monólogo y ponerle a él como principal protagonista.
P.- ¿Qué otros proyectos realizas además de No solo duelen los golpes?
R.- Como actriz de teatro formo parte de la compañía Teatro del Azoro. Tenemos una obra llamada Made in El Salvador (en la que no actúo pero soy productora y hago el sonido) que aborda la realidad de las mujeres bordadoras, que es mucho peor que la de las maquiladoras, porque bordan en la casa y les pagan 1,80$ por hacer un bordado a mano que tardan 17 horas en hacerlo. Los venden en EEUU y Europa como diseño exclusivo a más de 70€ la pieza, son vestidos sobre todo para bebés. Yo estuve en la investigación pero no actué porque me cogió en mi embarazo, parto y postparto. Sí actúo en la obra que tenemos que habla de un psiquiátrico de San Salvador; a través de la locura hablamos de la guerra en este país. También formo parte de la red Nosotras en el mundo, coordino parte de la red de El Salvador (también estamos en España y Argentina), coordino Red Nosotras Radio con otras compañeras por puro activismo feminista.
Ahora estoy con mi grupo de teatro investigando una nueva obra sobre la violencia en El Salvador. Vamos a partir de la violencia que nos parece ajena hasta la violencia que todos y todas ejercemos. Por la misma estructura de poder patriarcal en la que nos montamos sin que nos demos cuenta, sobre todo los hombres, y cómo nosotras queremos copiar ese esquema masculino, que es el triunfador en la supervivencia en este mundo capitalista. Aquí en El Salvador también hago otras cosas para ganarme el pan como consultora, transcribir audio, técnica de sonido… y esos son mis pilares de vida: No sólo duelen los golpes, mi compañía Teatro del Azoro y la Red Nosotras en el mundo. Y por supuesto mi proyecto de vida que son mi pareja, que comparte conmigo mi crecimiento y mi evolución, y mis hijos. La maternidad me ha transformado como mujer y como persona… Me encanta este proyecto de haberme dejado tocar por esa transformación de mi ser mujer a través de la maternidad, de poder sanar un montón de cosas y explorar lo que implican las maternidades impuestas en el mundo en general… Y cuando son decididas y conscientes cómo cambia el rollo, por más que tengas días terribles en los que dices “qué he hecho con mi vida”, pero cuando hay una decisión consciente y una apertura es otra cosa. Me hace reafirmar más el tener el derecho a decidir si queremos ser madres o no, porque realmente es una decisión transcendental y la más importante en la vida de una mujer. Que si no quiere que no se le obligue, que podamos abortar si nos da la gana, que es una de las luchas que tiene El Salvador porque no nos dejan abortar en este país. En España sé que las cosas han cambiado un montón pero todavía uno puede buscar recovecos, aquí está penalizado con cárcel.

Entradas populares de este blog

[Valencia] Crónica y fotos de la concentración en apoyo a los mineros

[STSI-Madrid] Despidos encubiertos en IECISA

[Entrevista] Martín Mozé, hijo de desaparecido en la dictadura argentina