Fallece Moncho Alpuente, colaborador del CNT

Nos deja a los 65 años de edad una de las últimas plumas lúcidas y mordaces, con su guiño especial a su querida central anarcosindicalista, colaborando asiduamente con el periódico desde 2001. Que la tierra te sea leve, compañero.
Redacción | Periódico CNT
La desgracia tenía lugar a primera hora de la mañana tras sufrir un infarto mientras pasaba unos días en Canarias junto con su pareja sentimental, tal y como informa la Cadena Ser.
Persona polifacética, acumuló una larga trayectoria tanto en la escena musical, así como de humorista y escritor. Precisamente en esta última faceta es en la que más se prodigó en las últimas décadas, colaborando activamente en diferentes publicaciones, entre ellas en el periódico CNT, con sus habituales columnas de actualidad en la contraportada desde el año 2001, de la mano de Emilio García Wiedemann (hijo de García Rúa) en la etapa de gestión del periódico en Granada.
Sin embargo, su relación con el sindicato viene de tiempo atrás. Afiliado al Sindicato de Espectáculos Públicos en la década de 1970, junto con Fernando Fernán Gómez o Emma Cohen, entre otros ilustres del mundo de la cultura, fue uno de los organizadores de los actos culturales del V Congreso de la Casa de Campo del 79, actuando él mismo con su banda Moncho Alpuente y los Kwai. También presente en los actos culturales del VIII Congreso en Granada de 1995, siempre colaboró activamente cuando el sindicato le requería, tanto en diversas jornadas libertarias por toda la geografía peninsular, como en 2010 con motivo de la presentación pública de los actos que conmemorarían el centenario de la Confederación Nacional del Trabajo.
Su pérdida se une a esa corta lista de intelectuales contemporáneos que no se casaban con nada ni con nadie, como eran los casos de Haro Tecglen o Javier Ortiz, también columnistas en el CNT.
Hoy 21M, cuando miles de personas nos manifestamos en Madrid reivindicando pan, trabajo, techo y dignidad, contaremos sin duda con el apoyo de nuestro querido Moncho allá donde esté. Que la tierra te sea leve, compañero.

su último articulo para el cnt..

Los sindicatos del crimen
COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE
"Mi vista está empeorando, eso pensé la primera vez que vi a los líderes de los dos sindicatos mayoritarios riéndose a mandíbula batiente en compañía de los principales capos de la CEOE."
“Estoy tan mal de la vista que ya no distingo entre los cerdos y los hombres”. La frase figura en boca de un caballo viejo y miope que va a ser enviado al matadero en Rebelión en la Granja de Orwell. Después de haber luchado por la revolución animal frente a los hombres explotadores, los cerdos dirigidos por el puerco Napoleón (Stalin) se han puesto sobre dos patas para seguir comerciando con los humanos vendiéndoles a sus propios hermanos, excedentes y disidentes.
La terrible parodia orwelliana me impactó cuando siendo niño me llevaron al cine a ver una película de dibujos animados (nada que ver con Disney). Llorábamos a coro los niños y los adultos no daban crédito a sus ojos, aquellos dibujos animados no animaban mucho, no hacia falta saber nada de Stalin para comprender la brutalidad de aquél régimen que había comenzado como una gloriosa revolución y derivado en una férrea y criminal dictadura.
Mi vista está empeorando, eso pensé la primera vez que vi a los líderes de los dos sindicatos mayoritarios riéndose a mandíbula batiente en compañía de los principales capos de la CEOE. Debían estar contando chistes de obreros y seguramente terminarían la jornada en un asador o en una marisquería. Por lo visto, no hay nada que guste más a los líderes sindicales que los chuletones y los percebes, tienen hambre atrasada y han perdido sus tarjetas black. Las comisiones que cobraban algunos líderes de CCOO, de IU, del PSOE y de UGT, no eran comisiones ni para los obreros, ni para los trabajadores. Al arrimo del poder los sindicatos mayoritarios se convirtieron en empresas o en ministerios, se han contagiaron y se hicieron cómplices de sus enemigos de clase.
Las cúpulas sindicales de ambas organizaciones, encargadas de luchar por los derechos de los trabajadores han tragado con inicuas reformas laborales y siniestros recortes, aunque de vez en cuando hayan salido a las calles para protestar en un supremo acto de hipocresía. Todos mis respetos y mis condolencias para los sindicalistas de buena voluntad que aún quedan, ilusos de una ilusión, mil veces traicionada por los sindicatos del crimen.

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