Revitalizar el poder sindical, ganar la democracia económica (I)
Bilbo. 1 de Mayo de 2014
Vivimos tiempos muy complicados para la
clase trabajadora en Euskal Herria y en el resto del Estado español. Los
cierres empresariales y deslocalizaciones, los despidos y reducciones
salariales están impactando gravemente sobre las familias trabajadoras.
La experiencia de estos años de dura
crisis económica y recortes sistemáticos ejecutados por los
representantes de la patronal en los parlamentos, nos ha enseñado que un
sindicalismo de acompañamiento a esas decisiones es garantía segura de
pérdida definitiva de derechos sociales, condiciones de empleo y vida.
Por lo tanto, es necesario que el sindicalismo combativo gane capacidad
de intervención en sus múltiples dimensiones: afiliativa, militante y
organizativa, programática, de capacidad de acción colectiva y
confrontación con los poderes político-económicos hostiles a la clase
trabajadora.
Mientras que el voto ciudadano se está
demostrando excesivamente voluble y escorado hacia el mantenimiento de
mayorías parlamentarias que apuestan por la servidumbre al poder
económico, en cambio la militancia y afiliación sindical sigue siendo la
principal garantía para recuperar derechos, condiciones salariales y de
empleo, consolidando orientaciones de políticas económicas que nos
dirijan a mayores cotas de democracia económica y bienestar social. No
en vano, múltiples analistas [1] avalan que un sindicalismo fuerte
implica mejores condiciones salariales, de empleo, protección social,
equidad de género y defensa de la salud laboral y los equilibrios
ecológicos para la mayoría de la población. Así pues, es preciso
responder ampliamente a la pregunta que nos planteaba Miguel Perera,
sobre si ¿debe cambiar el actual modelo sindical para recuperar el sindicalismo? , puesto qué tal cómo plantea Francisco Letamendia «los
sindicatos dudan entre asumir una estrategia de contrapoder o hacer
suyo el discurso empresarial de la productividad y la innovación». En
este segundo caso, como expresó el autor, «se refuerza su crisis de
afiliación y legitimidad, lo que da argumentos al discurso neoliberal
que les presenta como inútiles».
Renovar y revitalizar el sindicato. Congresos, seminarios, investigación y acción colectiva
Conscientes también de todo ello, la
totalidad y pluralidad del movimiento sindical en el Estado español ha
utilizado en estos años de crisis (2008-2016) sus mecanismos
congresuales para repensar y revitalizar el sindicato como instrumento
esencial de defensa, contrapoder y progreso social [2]. Además, en ese
necesario ejercicio de autoevaluación constante en los hostiles
parámetros en los que nos movemos quienes defendemos a las mayorías
sociales, se han promovido multitud de seminarios y conferencias de
debate, e incluso procesos específicos de análisis estratégico para
reflexionar y reorientar las prácticas sindicales con el objetivo de que
el sindicato concreto [3], en esencia y por extensión todo el
sindicalismo por la experiencia acumulada, recupere cotas de poder
social para un confrontación eficaz con los poderes que tratan de
imponer sistemáticamente políticas antisociales. Ni que decir tiene que
la reacción sindical a las contrarreformas laborales impuestas vía
parlamentaria, así como a las diferentes estrategias empresariales en
casos concretos de reestructuraciones y despidos, algunos ya
emblemáticos (Coca – Cola en Fuenlabrada, Celsa Atlantic en Gasteiz y Urbina, Zardoya – Otis
en Mungia, etc.), nos ha dejado una pléyade de experiencias sindicales y
de huelgas que bien analizadas nos ayudan para sintetizar en este
artículo algunas conclusiones de interés de cara al debate sobre la
revitalización del poder sindical, que también tiene un importante
desarrollo en el ámbito académico e investigador [4].
Una mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin ánimo de dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de priorizar recogiendo el núcleo esencial de las fuentes imprescindibles de poder sindical, es preciso fijarse en cuatro pilares que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical.
Una mirada sistemática a estas reflexiones, propuestas y experiencias acumuladas, nos permite centrar algunas cuestiones fundamentales para caminar hacia una recuperación solvente del poder sindical. Sin ánimo de dejar fuera aspectos importantes, pero con objetivo de priorizar recogiendo el núcleo esencial de las fuentes imprescindibles de poder sindical, es preciso fijarse en cuatro pilares que dependen fundamentalmente del propio sindicalismo: negociación colectiva y política sindical; gestión del conflicto laboral, huelgas y repertorios de presión; política social, empleo y economía social; formación sindical, asesoría sindical y técnica, teniendo también cómo base de la arquitectura de un sindicalismo combativo, la financiación sindical.
Negociación colectiva y política sindical: el camino al control sindical
El primer pilar donde sustentar la revitalización sindical es la negociación colectiva y la política sindical,
sin duda causa y efecto de las concretas relaciones de poder entre
empresarios y trabajadores. Es el espacio dónde cristaliza la
correlación de fuerzas sociales, patronales y sindicales, así como el
punto de partida para sucesivas rondas de conflicto en empresas y
sectores. El sindicalismo revitalizado es capaz de regular mejores
condiciones sociales y de empleo gracias a su poder en la correlación de
fuerzas, más allá e incluso pese a la voluntad legislativa de los
gobiernos. Es en la negociación colectiva dónde se materializa la
utilidad y legitimidad del sindicalismo para reclutar afiliación en
tanto se mejoran -o empeoran menos en contextos de crisis económica y
empresarial- las condiciones de empleo y vida. Además, la capacidad de
sindicalizar la totalidad de la estructura económica y extender la
cobertura de la negociación colectiva con contenidos a más ámbitos
laborales, es clave para reforzar este pilar del sindicalismo
revitalizado. No en vano la negociación colectiva es el eje central de
las relaciones laborales, el ámbito de la primera distribución de la
renta entre salarios en sentido amplio -incluidos indirectos y
diferidos- y beneficios empresariales [5]. Por lo tanto sus contenidos
estratégicos van a determinar el punto de partida y evolución de la
capacidad sindical de incidir en el futuro sobre estos resultados
sociales.
El sindicalismo en los centros productivos: secciones sindicales y sindicato en el territorio
De entrada, muchas organizaciones sindicales coinciden en que es fundamental la potenciación de las Secciones Sindicales cómo espacio de trabajo sindical y reclutamiento de afiliación, fomento de la participación, movilización y militancia.
El sindicato será en los centros productivos o no será, y el sindicato
en los centros productivos son las Secciones Sindicales. En palabras de Holm-Detlev Kohler (pág 65): “Como
tónica general de las experiencias de revitalización sindical, la
relación con los afiliados y la recuperación de la militancia sindical
deben ser preocupaciones principales. Al respecto, los estudios y
encuestas nacionales e internacionales subrayan la presencia sindical en
el centro del trabajo como factor primordial para la afiliación (Simón,
2003; Schnabel y Wagner, 2005). Todas las restantes iniciativas, como
la mejora de servicios, incentivos exclusivos, fusiones, mayor
participación institucional y concertación social, etc., demuestran
resultados muy limitados a la hora de ganar nuevos afiliados y aumentar
la presencia sindical en la sociedad.”, planteamiento que corroboran también Vidal, Jódar y Alós,
en relación a la participación y militancia sindical en CCOO. Con éste
objetivo de incrementar la afiliación, participación y militancia
sindical, el uso de las asambleas de trabajadores y trabajadoras
cómo espacio de debate y decisión, a la vez que generar espacios de
participación y trabajo sindical impulsado por las Secciones Sindicales,
se torna fundamental con ese objetivo de incrementar la ratio
militantes/afiliadas tanto en los centros de trabajo cómo en las
federaciones sindicales territoriales. Estas asambleas pueden agrupar en
los espacios laborales, no necesariamente circunscritos a los centros
de trabajo fragmentarios. La solidaridad de clase debe ampliarse al
ámbito del compañerismo con los miembros de la plantilla conocidos, es
imprescindible ampliarla entre desconocidas que comparten una realidad y
práctica común, aun cuando no estén en nuestro centro, departamento,
empresa o incluso región o país.
El uso de las Secciones Sindicales, además en ámbitos empresariales complejos (grupos de empresas, empresa principal – empresas externalizadas) o centros de trabajo
(polígonos industriales, polígonos de oficinas, calles y centros
comerciales, puertos, aeropuertos, autopistas y autovías, zonas
turísticas, etc.), es imprescindible para intervenir de forma efectiva
ante las estrategias empresariales postfordistas, generando unidades de
negociación aparentemente imposibles, articulando de forma flexible la
negociación colectiva integrándola: cómo Convenios colectivos de grupos
empresariales, incluyendo las diferentes formas jurídicas con las que se
fragmentan los grupos mercantiles, integrando también a empresas
auxiliares, subcontratadas y proveedoras, o desde perspectiva de centro
de trabajo, con convenios colectivos que consigan romper con las
relaciones triangulares entre diferentes empresas en un mismo centro
-ETTs, multiservicios, etc-. De esta forma se conecta con importantes
colectivos de trabajadoras, que se afilian percibiendo el sindicalismo
operativo para incidir en su realidad laboral [6]. Este aspecto se
vincula además con la literatura y experiencias que se están dando
sobretodo en países anglosajones de sindicalismo comunitario y sindicalismo de movimiento social, promoviendo estrategias de “organizing”, cómo forma de implicar a trabajadores y trabajadoras en las empresas, incrementar la militancia y poder sindical en la empresa,
así como tejiendo alianzas con la comunidad -usuarias, clientes,
ciudadanía- en las reivindicaciones laborales [7]. Es con esta
combinación de negociación colectiva en ámbitos empresariales complejos
con sindicalismo comunitario cómo se puede abordar la intervención en
las precariedades, de ETTs, empresas de servicios integrales, falsos
autónomos y autónomos dependientes, trabajadoras a domicilio,
teletrabajo, etc… o también en los segmentos laborales potencialmente
corporativistas cómo cuadros y técnicos, profesionales, etc.. Asimismo,
permite globalizar la acción sindical y reducir conflictos de intereses
entre fijos, temporales, de empresa matriz y subcontrata, de segmentos
primarios y secundarios en los mercados laborales, etc. El desarrollo de
planes de afiliación y organizando reivindicaciones que integren en
convenios colectivos todo el espectro laboral posible permite el
desarrollo de un sindicalismo de proximidad e inclusivo en éstos
términos combinando intereses plurales y colectivos generando
solidaridad colectiva.
Es con esta combinación de negociación colectiva en ámbitos empresariales complejos con sindicalismo comunitario cómo se puede abordar la intervención en las precariedades, de ETTs, empresas de servicios integrales, falsos autónomos y autónomos dependientes, trabajadoras a domicilio, teletrabajo, etc…
De la negociación colectiva en los centros productivos al sector y el territorio
Asimismo, la necesidad de asentar
negociación colectiva con mejoras tangibles en el actual contexto
político y económico obliga a construir la negociación colectiva desde el poder sindical en los centros productivos y la pluralidad empresarial,
es decir en aquellos ámbitos dónde la correlación de fuerzas unida a la
capacidad de presión económica y de huelga permita ir a acuerdos que
ganen terreno sustancialmente al capital. Los ámbitos que sin duda
pueden ser punta de lanza son aquellos territorios –ya citados- y sectores estratégicos,
tanto para la dinámica de valorización de la economía capitalista, cómo
para el desarrollo del ciclo vital, siendo éstos últimos además
especialmente precarios y feminizados. Dichos sectores y subsectores se
ubican territorialmente y en los ámbitos del transporte, las
comunicaciones y telecomunicaciones, finanzas, la energía, la limpieza,
los cuidados, etc. Son sectores dónde se podría, desde una perspectiva
de revitalizar el poder sindical, poner más énfasis en la afiliación,
militancia y negociación colectiva. Tal cómo expresa Daniel Albarracín: “La
lucha sindical puede ser muy efectiva reconociendo los puntos débiles
de la cadena de valor, en los que interrumpiendo el proceso de
valorización, se pueda anclar un poder tanto de negociación como de
influencia en la dirección empresarial, hasta el punto de disputar el
poder en las empresas”. La dificultad de un sindicalismo inclusivo y
solidario, es combinar e integrar ámbitos laborales con mayor poder de
negociación con aquellos que aún siempre teniéndolo, sean menores y
requieran de mayor esfuerzo organizativo y de acción. Todo lo anterior
es imprescindible enlazarlo con una buena política comunicativa de logros y defensa ante discursos de ataque antisindical.
En base a ejemplos de lucha y a la
extensión de estas plataformas reivindicativas con contenidos a los
sectores o territorios, condicionando las patronales sectoriales y
territoriales, es posible construir una negociación colectiva sectorial y territorial
que mejore sustancialmente los resultados actuales. La articulación de
la negociación colectiva de empresa y sectorial, el grado de conformismo
sindical con los contenidos de la misma, o la aceptación de procesos de
pacto social que apuntalan las políticas regresivas en el contexto de las reformas laborales están generando una fuerte confrontación en el movimiento sindical de Euskadi y Navarra, llegando incluso la patronal territorial a sugerir la ilegalización del sindicalismo más combativo de estos territorios y siendo recogida esa propuesta por parte de la CEOE. Esto nos lleva a otro elemento que es el de las alianzas sindicales.
Sin duda un elemento crucial de revitalización del poder sindical, es
sumar fuerzas y recursos organizativos en lo concreto de la acción sindical. Para ello la vía de los acuerdos estratégicos
en cuanto a contenidos de negociación colectiva y política sindical en
las empresas o sectores, son imprescindibles de explorar entre las
organizaciones sindicales combativas, incluyendo también una perspectiva
de alianzas internacionales también centradas
en la acción sindical, la negociación colectiva o la gestión de
conflictos en sectores y empresas multinacionales. Las alianzas son
importantes tanto dentro del Estado cómo desde una perspectiva europea y
mundial.