La necesidad del enemigo

Les iremos a buscar, ya se pueden esconder donde quieran porque les buscaremos, sea en una cueva o en una alcantarilla que es donde se esconden las ratas. Tampoco les servirá esconderse detrás de unas siglas, o una asociación, o una capucha, o de una revista, o de una asamblea que no representa a nadie o incluso detrás de una silla de la universidad. No vale poner el objetivo social a cualquier actividad para justificar saltarse la norma. David Piqué.
Los 5 de Sabadell, los 5 anarquistas de Barcelona, los anarquistas libertarios antifascistas de la Complutense...en pocos meses estamos asistiendo a un incremento de operaciones policiales y de detenciones en las que el adjetivo anarquista justifica la desmesura de la acción policial.
El tratamiento informativo con el que los medios presentan estas noticias también es, como poco, sospechoso, y más si partimos de la base que los periodistas dicen tener un código deontológico. Algunos medios como El País llegan a publicar perlas del tipo El terrorismo anarquista copia a Al Qaeda. Lo sé, no esperamos nada de los mass media, aunque en mi inocencia, a veces creo que podrían manipular con más elegancia y sofisticación.

Una se pregunta a qué responde esta escalada. Artículos en los que se alerta de supuestos entrenamientos y conexiones con terribles griegos e italianos, la disección que realizan a los llamados antisistema, declaraciones como la que encabeza este artículo del Comisario de los Mossos d'Esquadra David Piqué, también autor de la famosa tesina donde presenta una propuesta de plan de acción para acabar con el movimiento Okupa en el barrio de Gracia... Muy revelador el conjunto y me sirve para contestar la pregunta inicial: esta escalada responde a la creación, búsqueda
y necesidad del enemigo. No es nada nuevo, pero ante la coyuntura actual de la llamada crisis, quizás no esté de más que me refresque algunos conceptos.
Según la RAE, enemigo es
“contrario, que se muestra completamente diferente”. Si partimos de que el animal humano tiene en común con otros animales la desconfianza (si no el rechazo) del diferente y que la existencia de un enemigo exterior ha servido para cohesionar grupos sociales, pues obtenemos un binomio perfecto para entender la utilidad de la estrategia. Más aún si el colectivo a cohesionar no puede mostrar disensión interna como es el caso de “los cuerpos de seguridad del estado”. Sí, señores, necesitan ustedes un enemigo monolítico, abstracto y difuso para poder mantener su integridad como grupo y dar sentido a su función en la estructura del Estado. Como los “terroristas islámicos” y ETA últimamente no están activos en las fronteras del Estado y los Iaioflautas no dan el perfil necesario, pues desempolvamos a los anarquistas que ya existen en el imaginario colectivo como grupo antagonista.
El hecho de mostrar imágenes y nombres de personas concretas acentúa la intención de personalización de ese enemigo, aunque la difusión de fotos de las compañeras conculque la legalidad vigente. Se supone que en un estado de derecho existe la presunción de inocencia. Lo sé, esto tampoco nos lo creemos, pero vuelvo a ser ilusa y esperar más inteligencia por parte de quien ostenta el poder.
Además cuentan con la ventaja de que no solo le sirve a ustedes como grupo, sino que también da puede ayudar al control por parte del Estado en momentos de tensión social. De ahí la utilización de los medios de comunicación para extender al resto de la sociedad este mecanismo de cohesión. Como con el terrorismo, cuya definición es confusa y puede servir para cualquier movimiento en cualquier momento, que se ha utilizado tan profusamente en la última década. Hasta el listado internacional de grupos terroristas cambia dependiendo de los intereses políticos del momento.
Cuando hablo de la necesidad del enemigo utilizo teorías planteadas por sociólogos como Lewis Coser en su libro Las Funciones del Conflicto Social.Para articular este argumentario, no necesito mencionar a teóricos “radicales anarquistas”. Lamentablemente, también me puedo referir a todos los procesos históricos en los que diversos colectivos, en un momento u otro, se convirtieron en ese enemigo que tan útil resultó para acallar las tensiones sociales internas y la disidencia: Las brujas y herejes de la Inquisición, los comunistas de la época McCarthy, la islamofobia generada desde la lucha contra el terrorismo y los estados gamberros de Bush, los palestinos para el Estado de Israel, los judíos, comunistas, homosexuales y gitanos para Hitler, los rojos, judíos y masones para los fascistas Franco y Mussolini, etc...y los anarquistas.
Podemos identificar un mismo patrón para la creación del enemigo: convertirlo en un reflejo del propio grupo, con una estructura de organización similar a la propia pero con objetivos opuestos. Si no, como enemigo se queda un poco flojo. No es que no exista antagonismo y disidencia, pero deforman y manipulan según las necesidades para justificar represión y recorte de libertades.
Por ello resulta tan interesante la tesina La sindrome de Sherwood de David Piqué. Parte de la enumeración de estrategias militares clásicas para enfrentarse al enemigo y hace una analogía con el movimiento okupa. El enemigo, que son otros ejércitos en el ámbito de lo militar, es lo mismo que los grupos libertarios y anarquistas, (también independentistas, pero en menor medida), por lo que los Mossos operan en un plano ideológico contra un igual. Dentro de esta lucha contra el enemigo en igualdad de condiciones ya no tiene el autor ningún pudor a la hora de plantear la comisión de todo tipo de ilegalidades y el uso de la manipulación informativa para acabar con este enemigo. Los “irreductibles “del movimiento son criminalizados, sean verdad o no las acusaciones. Eso es indiferente.
Esta es la forma de pensar de los estrategas que tienen en sus manos la pax del sistema democrático. Con la aprobación de la nueva Reforma del Código Penal y la reforma de la ley de seguridad ciudadana, conocida popularmente como ley anti-15M , quizás el enemigo se amplíe un poco más en su composición. Y es que el contrario, el que se muestra completamente diferente cada vez es más mayoritario, aunque no se defina como anarquista.

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