Reflexiones desde Kurdistán: La revolución es (más que) una forma de vida.
“Vive como actúas, actúa como hablas, habla como piensas”
Miembro de Komalen Ciwan (Movimiento de la Juventud)
Las noticias y análisis que nos llegan
de la experiencia confederal y democrática kurda son muchas y variadas.
Conocemos los rasgos principales de su proyecto político: liberación de
la mujer, democracia radical, comunalismo, juventud, autodefensa,
ecología. Admiramos a sus guerrilleras y la lucha contra el fascismo del
ISIS. Aplaudimos los avances democráticos en el Norte de Siria y
prestamos atención al modelo económico cooperativo que se empieza a
cimentar. El logro de incluir a las distintas sensibilidades culturales y
étnicas dentro de un mismo proyecto de convivencia lo tomamos como
ejemplo a seguir para la región de Oriente Medio. Pero, ¿Realmente somos
conscientes de la militancia política que hay detrás de todo eso? Esa
militancia política que es la que ha posibilitado todo lo que ahora se
desarrolla.
Mas que un movimiento, un pueblo en movimiento
No podemos pensar el movimiento kurdo
bajo los esquemas movimentistas occidentales. No son un movimiento
social, son un pueblo en movimiento. No conforman colectivos, grupos
activistas o campañas, conforman un sistema social, una
institucionalidad propia. Academias, cooperativas, organizaciones
juveniles y de mujeres o las comunas no forman realidades aisladas, si
no que regulan la vida social en los territorios donde el movimiento
democrático tiene la fuerza suficiente.
Existe un monolitismo ideológico. En la
organización política de cuadros el proyecto es uno, el que
colectivamente se decide en los Congresos y Conferencias. Las
discusiones se tienen y dan a la interna en las distintas organizaciones
e instancias. Pero la disciplina y la aceptación de los acuerdos
colectivos se muestran como uno de los hechos fundamentales para el
éxito del proyecto.
Los cambios ideológicos y estratégicos
del conjunto del movimiento son una muestra de que existe una discusión,
una crítica y una autocrítica constante. Por mucha importancia y peso
que tenga Öcalan en el movimiento, los dictámenes de una sola persona no
son suficientes para el desarrollo de todo un proyecto político. Y
menos cuando esa persona lleva años de aislamiento carcelario. Es,
fundamentalmente, el PKK el espacio donde se recogen todas las
experiencias y prácticas, se discuten, se analizan, se les da forma y
vuelven a la sociedad en forma de consignas y propuestas.
Cuando dicen que la revolución es una forma de vida, no lo dicen desde la lectura individualista que esa afirmación tiene desde occidente.
El cuadro político
Un cuadro político es una persona
militante con una formación intensiva y una experiencia demostrada. Los
cuadros políticos kurdos se forman a través de la red de Academias y
dentro de las propias organizaciones políticas. Esta formación se
fundamenta en la constante discusión entre militantes y en la práctica
en todos los ámbitos de la vida de un militante: social, militar,
económico, filosófico, ideológico…
Más allá de la formación, está el
compromiso. El cuadro es una persona comprometida al 100% para y con el
movimiento. Es una persona que no posee bienes materiales, no tiene
propiedades, no desarrolla una familia ni relaciones sexo-afectivas, no
percibe un sueldo ni tiene un trabajo asalariado, no tiene una
residencia fija. Su vida es dependiente del movimiento, su vida está
dedicada al paradigma revolucionario. Esta idea se fundamenta en que la
revolución es una forma de vida, se trata de prefigurar en los cuadros
políticos el ideal de ser al que se aspira, una persona liberada de los
males de la modernidad capitalista: la propiedad privada, el patriarcado
o el individualismo. La vida comunal se desarrolla allá donde los
cuadros conviven.
De esta forma, la única ligazón material
del cuadro político con la realidad es la materialidad constituida por
el movimiento. Nada les ata al estado-capitalismo, su vida es por y para
el movimiento y la revolución. Y son miles los cuadros políticos en
todos los frentes y territorios. El respeto ganado les constituye como
auténticos héroes y referentes del pueblo kurdo.
Cuando dicen que la revolución es una
forma de vida, no lo dicen desde la lectura individualista que esa
afirmación tiene desde occidente. Lo dicen porque solo un cuerpo de
personas liberadas de los males de la modernidad capitalista podrá
desarrollar una ideología, un sistema y un paradigma social capaz de
romper con las estructuras sociales de dominación arraigadas en lo más
profundo de cada individuo.
Si tienen la capacidad de tener este
cuerpo de cuadros políticos es porque tienen un movimiento de masas que
los sustenta, los apoya y reproduce las consignas de este núcleo del
nuevo pueblo.
Esta forma militante existe desde los
orígenes del PKK, donde conciben que no puede haber revolución sin
revolucionarios plenamente dedicados a su tarea. Hoy los cuadros no son
exclusivamente los guerrilleros de las montañas de Qandil, si no que
están allá donde el movimiento popular les necesita. Por ello no tienen
una residencia ni una tarea fija, es la organización, y sus decisiones y
necesidades colectivas, las que orientan la acción de cada cuadro. Hoy
en Qandil, mañana en Qamislo y pasado en Ahmed.
Vida común
Los cuadros políticos desarrollan,
dentro de lo posible y según las circunstancias, una forma de vida
comunitaria. El no tener posesiones materiales los lleva a desarrollar
estas prácticas comunales de vida. Esto no es algo exclusivo de los
cuadros, en las Academias de jóvenes también se llevan a cabo estas
prácticas, así como en las organizaciones de mujeres.
Esta forma de vida significa el
compartir todos los aspectos de la vida cotidiana, desde la alimentación
hasta el descanso. Esto permite generar unos lazos de confianza
imprescindibles en un movimiento revolucionario y con componentes
militares. Además, la convivencia continua se aprovecha para llevar a
cabo una formación política constante por medio de la discusión.
Los patriotas
Quien no es cuadro, pero apoya o
participa del movimiento, es nombrado como patriota. Lo que une a todos
los patriotas es su vinculación activa con el movimiento democrático de
diversas formas. Por lo general, los patriotas aportan la cantidad de un
mes de sueldo al movimiento cada año. Los patriotas son también los
activistas, quienes forman las organizaciones, participan en las
comunas, acuden a los actos o dan soporte a los cuadros.
Son el grueso de la población que en
última instancia vive y reproduce el sistema social generado por el
movimiento. La relación patriotas-cuadros es de profunda admiración. Por
lo general, el pueblo kurdo se había visto desprovisto de su identidad y
cultura, y ha sido la acción de los cuadros constituyendo el movimiento
que hoy son lo que ha devuelto el orgullo de ser al grueso del pueblo
kurdo.
Los cuadros en acción
Para que nos hagamos una idea de la importancia de los cuadros políticos, podemos dar una muestra de su acción a brocha gorda.
El Norte de Siria, el Oeste de
Kurdistán, Rojava, se encuentra asediado por ISIS. Las autodefensas
populares no son suficientes para combatir. Es entonces cuando
guerrilleros, cuadros político-militares, se desplazan desde las
montañas de Qandil (Iraq) al territorio de conflicto. La suma de fuerzas
consigue ganar territorio y expulsar ciudad a ciudad a los invasores de
ISIS.
Es entonces cuando, una vez liberado el
territorio, la acción política de los cuadros se pone en marcha. Son los
cuadros los que forman los Consejos Civiles que sientan las bases de la
nueva Institucionalidad Democrática, las Comunas y el Confederalismo.
Los cuadros construyen toda la estructura social y ocupan los puestos de
responsabilidad, de esta forma orientan bajo la idea del paradigma
democrático las políticas. Cuando el sistema está montado y ha pasado un
tiempo durante el cual también se han dedicado a formar a la población
local, los cuadros ya han cumplido con su objetivo y se retiran a otra
tarea donde sean requeridos.
Makhmur, kurdistán Iraquí, Bashur. En
2014 ISIS empieza a tomar de forma acelerada territorio del norte de
Iraq. El pueblo de Makhmur huye hacia las montañas de Qandil antes de
que llegue ISIS. Qandil son los cuarteles generales de la guerrilla, a
donde la población acude en busca de ayuda y protección. Los
guerrilleros organizan a los desplazados, consiguen alojamiento y cubren
sus necesidades. Mientras, otro grupo numeroso de guerrilleros,
recordemos: cuadros político-militares, se dirigen a Makhmur, ya tomado
por ISIS, y en cuestión de días lo liberan.
En Makhmur durante la invasión de ISIS
ningún civil murió. Una vez liberado, la población volvió a Makhmur y se
establecieron 3 líneas defensivas. Una forma de policía comunitaria
(Asayish), un cuerpo de participación voluntaria y rotativo que realiza
guardias en los alrededores de Makhmur y la tercera línea son grupos
guerrilleros que vigilan en las zonas colindantes con el pueblo.
En 2015 dos militantes de ISIS trataron
de cometer un atentado, pero las autodefensas populares abatieron a los
dos terroristas, un kurdo cayó mártir.
La revolución es compromiso
El ejemplo kurdo no es reproducible de
una forma mecanicista en nuestro territorio. Pero por supuesto que
debemos tener en cuenta que los rasgos generales que han desarrollado
son, muchos de ellos, indispensables para cualquier proyecto realmente
revolucionario.
La construcción de un paradigma, el
compromiso, la formación y la disciplina, entendida como respeto de los
acuerdos colectivos, son puntos necesarios y comunes a todo movimiento
emancipador.
La existencia de una organización
matriz, el PKK, ha posibilitado la formación de varias generaciones de
cuadros militantes que han sido capaces de desarrollar diferentes
estructuras arraigadas en los territorios para la satisfacción de
necesidades sociales. Aun con todo, el PKK dista mucho de ser el partido
central y centralizador que fue antaño. La linea estratégica del
partido consiste en ser cada vez más un movimiento político social que
un partido al uso. De ahí procede la idea de que el PKK es una ideología
en si mismo, dejando las labores de generación de institucionalidad y
de proyecto político a la Koma Civakên Kurdistán (KCK – Unión de
Comunidades de Kurdistán), entidad transnacional que aglutina todo ese
magma de organizaciones, cooperativas e instituciones.