SUPLEMENTO | BAKUNIN INMORTAL

Marx, Bakunin y la Primera Internacional

SUPLEMENTO | BAKUNIN INMORTAL
Las diferentes posiciones que representaban Carlos Marx y Miguel Bakunin sobre qué debía ser y cómo organizarse el naciente movimiento obrero no sólo marcaron el propio desarrollo de la Primera Internacional, de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) sino también fue expresión de las dos grandes líneas que, en adelante, marcarían la trayectoria del obrerismo.
José Luis Gutierrez Molina | Periódico CNT
Ilustración: Kiko Makarro
Una es la denominada política y autoritaria del socialismo marxista primero, la socialdemócrata de la IIª Internacional después y, finalmente, la comunista de la IIIª Internacional auspiciada por la Unión Soviética y su apéndice la Internacional Sindical Roja. La otra es la antiautoritaria, colectivista primero, anarco-comunista después, sindicalista revolucionaria más tarde y, finalmente, anarcosindicalista. La organización internacional de esta segunda línea fue la AIT. La creada en 1864 y la reconstruida en Berlín a finales de 1922.
El enfrentamiento ha pasado a la historia centrado en las figuras de dos los máximos representantes de cada una de las corrientes hasta el punto que se le atribuye un papel fundamental en la decadencia y extinción de la primera AIT. Hoy es motivo de numerosos escritos en los que las filias y las fobias se reparten por parte iguales, dependiendo de quién empuñe la pluma o aporree el teclado. Basta con echar una mirada por las Web.
Como suele ocurrir en estos casos, y más con organizaciones de por medio, los colores de cada uno no son exclusivamente blancos o negros. Más bien recorren todas las tonalidades de grises delpantone. Es decir, que si se acusa a los bakuninistas de realizar todo tipo de intrigas y ataques personales, tampoco se quedarían a la zaga las que se podrían enarbolar contra los marxistas. Tampoco escapan a este hecho la perspectiva doctrinal o la de los análisis de los acontecimientos que vivieron. Tan cierto como que este 2014 es el del ducentésimo aniversario del nacimiento de Bakunin es también el centésimo quincuagésimo de la fundación de la AIT en Londres.
Así pues, partiendo de este principio, podemos enfocar el enfrentamiento Marx-Bakunin desde una triple perspectiva: el contexto en el que se produjo el nacimiento del obrerismo organizado; sus personalidades y la influencia de cada uno de sus planteamientos en la evolución del movimiento obrero.
El contexto
La AIT fue el primer intento de crear una organización internacional obrera. La culminación de un largo proceso cuyas raíces se pueden remontar a treinta años antes. Su creación es la expresión de la toma de conciencia como grupo social de los trabajadores y cuyo seno existían diversas corrientes, tendencias y tradiciones. Desde los comunistas continentales a sindicalistas británicos, pasando por garibaldinos o mazzinianos italianos. También estuvieron presentes organizaciones ya existentes e individualidades. A todos les unió la idea, expresada por Marx en su conocido manifiesto de 1848, que sintetiza la frase: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Es decir, se rompían las ataduras anteriores con las organizaciones burguesas y hacerles frente de forma internacional. El mundo obrero iba a contar con su propia organización. De ahí la expectación, y el temor, con que fue recibida.
Desde el primer momento se percibieron las diferencias entre los planteamientos representados por Marx, que logró el control de la organización a través de su Consejo General con residencia en Londres, y los anti-autoritarios, fundamentalmente los grupos franceses de orientación proudhoniana. Si la corriente marxista se apoyaba en la sección de la todopoderosa social democracia alemana, a partir de 1868 sus opositores contaron con la presencia de Bakunin que, junto a su Alianza Internacional de la Democracia Socialista, entró a formar parte de la Internacional.
La AIT apareció, no por casualidad, en un contexto de crisis y ambiente bélico. En 1870 Francia y Prusia entraron en guerra. La derrota de la Francia de Napoleón III originó la proclamación de la III República y, en marzo de 1871, la Comuna parisina. Fueron hitos, hubo otros como el caso del ruso Nechayev, en los que se plasmaron las diferencias interpretativas y de acción entre ambas corrientes. Las protagonizaron cuestiones como la defensa de la patria por los marxistas y el pan eslavismo de Bakunin, el papel de la Comuna y su oportunidad. Llovía sobre mojado. En 1869, en el congreso de Basilea, ya se habían enfrentado en torno a la cuestión de la participación obrera en la política y la creación de un partido obrero. Las acusaciones de aventurerismo y autoritarismo se reprodujeron.
En 1872 la AIT se reunió en La Haya y la corriente marxista logró que los bakuninistas fueran defenestrados. La escisión estaba servida. Ese mismo año los expulsados se reunieron en Saint Imier. Poco recorrido tuvieron ambas internacionales. La marxista, que había trasladado el Consejo General a Nueva York, en un intento por mantenerlo bajo su control, llevó una vida lánguida hasta su desaparición formal en 1876. La bakunista tampoco tuvo muchas más vida. En 1877 celebró su último encuentro en Gante.
Marx y Bakunin
Ciertamente la vida de las sociedades responde a causas estructurales y situaciones coyunturales. Pero no hay que olvidar que la protagonizan hombres y mujeres y que su personalidad y forma de actuar tienen su propio papel. Que se simbolicen en Carlos Marx y Miguel Bakunin las diferencias doctrinales y organizativas del primer movimiento obrero no es, por tanto, una mera transposición de una historia de “grandes personajes” sean reyes, políticos o dirigentes obreros. Existían diferencias ideológicas y organizativas, pero también intervinieron sus caracteres, cuestiones personales, orígenes y prejuicios culturales.
Parece que se conocieron en 1844 en París donde mantuvieron una buena relación aunque no llegaron a intimar. Resultaba difícil que lo hicieran un idealista sentimental y  un científico doctrinario. Pronto sus diferencias aparecieron. En 1848 les enfrentó las sublevaciones eslavas contra el dominio germánico. El ruso y el alemán desenterraron sus hachas de guerra. Marx acusó a Bakunin de “agente ruso” y el segundo al primero de pan germánico y “corrompido por el poder”. Pasaron más de tres lustros hasta que se volvieran a ver y las diferencias continuaron ahora en el seno de la AIT. El intelectual y el hombre de acción volvían a enfrentarse.
Dos fuertes personalidades que luchaban por hacer valer sus criterios y que influían en sus correligionarios. De ahí el papel que tuvieron las noticias sobre las actividades de unos y otros para el desarrollo del movimiento obrero. No es que fueran las más importantes pero sí tuvieron su papel. En torno a sus actuaciones, a sus personas, circularon todo tipo de rumores, informaciones y contra- informaciones. Incluida la lucha por el control y orientación de la AIT. La marcha de la historia no es algo inevitable ajena a quienes la protagonizan.
Tampoco hay que olvidar que ambos son “hombres” antes que “figuras históricas” que representaban tendencias. Sus actuaciones no pueden ser vistas desde la óptica de la verdad absoluta o de un signo de identidad eterno. Ni siquiera desde la perspectiva de las consecuencias de sus planteamientos. Seguramente tuvieron su papel sus propias incertidumbres y pasión. Como hoy, se encontraban en una encrucijada a la que se enfrentaban mediante propuestas y proyectos.
Los caminos del obrerismo
Pero más allá de personalismos y coyunturas lo que subyacía en el debate entre marxistas y bakuninistas era el modelo y los caminos por los que iba a transitar el naciente internacionalismo obrero. De un lado el centralista y político del Consejo General londinense controlado por Marx. De otro, el defensor de la autonomía de las secciones, el federalista y contrario a la creación de partidos obreros propuesto por Bakunin. Una lucha que terminaría condicionando incluso la propia existencia de la AIT. El primero buscaba la conquista del poder político para implantar el socialismo con un periodo transitorio de “dictadura del proletariado”. El segundo deseaba la destrucción del poder político y propugnaba la abstención y la no participación en ese campo.
Por debajo de estas diferencias finalistas y organizativas subyacían otras. En primer lugar el puesto que ocuparía “la autoridad”. Para Marx era una garantía de eficacia. Para Bakunin una forma de perpetuar el control de los hombres. En segundo lugar está el papel otorgado a los diferentes grupos sociales como sujetos revolucionarios. Para los primeros era la clase trabajadora, el proletariado quien protagonizaría el proceso a través de la acción organizada bajos los presupuestos científicos del materialismo dialéctico, una doctrina que refleja los intereses de la clase obrera. Para los bakuninistas, el campesinado también tenía un papel que jugar y la acción, individual y colectiva, competía con los principios “científicos”. Pero no sólo los campesinos, sino también individuos pertenecientes  a otros grupos sociales. Frente a la ideología de clase marxista, el anarquismo enfatizaba en el papel del individuo.
Bakunin murió en julio de 1876 en Berna y Marx en Londres en marzo de 1883. Hoy, 150 años después de la creación de la AIT tenemos perspectiva suficiente para hacer un balance. En primer lugar que, finalmente, terminaron prevaleciendo mayoritariamente los planteamientos marxistas en el sindicalismo europeo. La acción política fue derivando hasta su actual situación marginal. Cuando tuvieron la oportunidad de ocupar el Estado, como en Rusia en 1914, terminaron desarrollando un totalitarismo exterminador. En segundo lugar que, donde los planteamientos bakunistas prevalecieron, como en España, el asociacionismo obrero continuó siendo el catalizador revolucionario que protagonizó la revolución española de 1936-1939.
Periódico: 


Bakunin: el anarquismo y la revolución

SUPLEMENTO | BAKUNIN INMORTAL
En este año 2014 celebramos y conmemoramos el 200 aniversario del nacimiento de Mijail Alexandrovich Bakunin. Y no podía ser menos que el órgano de la Confederación Nacional del Trabajo no hiciese un ejercicio de memoria de lo que significó la figura del anarquista ruso nacido en Premujino el 30 de mayo de 1814.
Julián Vadillo | Periódico CNT
Ilustración: Kiko Makarro
Bakunin no solo ha pasado a la historia como el impulsor e ideólogo del anarquismo internacional organizado. Bakunin fue una personalidad influyente y trascendental en la época que le tocó vivir. Un revolucionario entre revoluciones. Un agitador en un mundo que cambiaba de fisionomía, que veía nacer los movimientos obreros y las posibilidades de transformación social hacía modelos alejados de la lógica capitalista que se iba a imponiendo.
Un gran organizador
Lejos de la visión que algunos historiadores han legado de Bakunin presentándolo como una personalidad desordenada, el anarquista ruso fue un perfecto lector de la sociedad de su momento. Un polemista brillante y un gran organizador. Puede que su producción literaria y filosófica no fuese muy depurada. Es una de las cuestiones que le achacan en su comparación con Marx. Pero la filosofía bakuninista tiene una fuerte carta de pragmatismo que hace que la lectura de sus obras nos acerque a los que fue el siglo XIX europeo, los debates que se dirimían y la actualidad que muchos de sus análisis guarda con la actualidad.
Bakunin fue un estudioso de la filosofía de su tiempo. Estudio a Kant, a Hegel, a Feuerbach, etc. Conoció e intercambió opiniones en persona con Marx, Engels o Proudhon. Con esté último trabó una gran amistad. Los conocimientos hegelianos de Proudhon provienen de las traducciones que en vivo le hacía el propio Bakunin su casa. Bakunin, que conocía varios idiomas, traducía por las noches párrafos de Hegel al francés para que Proudhon conociera en la lengua de orígen al filósofo alemán. A pesar de la admiración que profesó por Marx, la relación estaba condenada a la confrontación. Y así se ejemplificó a lo largo de sus vidas. Marx reconocía méritos a Bakunin pero calumniaba sobre la figura del ruso. Bakunin respondía defendiéndose aunque reconocía la obra de Marx y la traducía al ruso. Pero incluso la defensa a Bakunin la ejercían otras personalidades de la época como George Sand.
Hombre de acción
Bakunin participó de numerosos proyectos. Fue protagonista de procesos revolucionarios como los de 1848, el de 1849 en Dresde (junto al músico Richard Wagner) o el de septiembre de 1870 en Lyon. Toda esta actividad le conllevó persecución, cárcel y exilios. Su extradición a la Rusia zarista significó en internamiento en una de las cárceles más terribles, la fortaleza de Pedro y Pablo en San Petersburgo, y su deportación a Siberia, de donde logró evadirse. En sus periplos conoció países como Suecia, Noruega, Japón, Panamá, Estados Unidos, etc.
El internacionailsmo: la AIT
Pero una de las aportaciones más trascendentales de Bakunin es un su visión de organización del movimiento obrero internacional que marcará el devenir del mismo para las siguientes décadas. Y en España esa influencia es más que evidente. Esto convierte a Bakunin en una de las figuras clave de la historia contemporánea. Ese debate que mantiene en el seno de la AIT con las posturas autoritarias marcó la historia del movimiento obrero.
Cuando el 1 de julio de 1876 fallecía Bakunin ya se había convertido en uno de los grandes revolucionarios de la historia contemporánea, así como el mejor impulsor del anarquismo a nivel internacional. Y 200 años después de su nacimiento continúa siéndolo.
En este número especial sobre la figura de Bakunin hemos querido remarcar algunos aspectos fundamentales de su figura, enmarcando la vida del personaje en el contexto histórico del momento y en las influencias que generó.
Autores y temas
José Luis Gutierrez Molina, autor de numerosos libros y artículos sobre la historia del anarquismo en España y biógrafo de personajes fundamentales en la historia del anarcosindicalismo como Valeriano Orobón Fernández, nos acerca con su artículo a lo que significó el debate en el seno de la AIT entre Marx y Bakunin. Algo fundamental para entender el devenir del obrerismo en los años posteriores.
Carlos Márquez nos acerca a la influencia de Bakunin en la Internacional en España partiendo de un análisis por una parte historiográfico del tratamiento del acontecimiento como, por otra, de un análisis de las aportaciones de Bakunin y que recoge el obrerismo español.
Una de esas aportaciones es el colectivismo. Y ahí es donde se enmarca el artículo de Aleix Romero. Un repaso a esa influencia colectivista en el devenir del movimiento libertario español que será una de las señas de identidad del mismo.
Para los dos últimos artículos dejamos dos temas que forman parte del corpus ideológico de Bakunin y del anarquismo en general. El primero la pedagogía. Una faceta menos trabajada en los estudios sobre Bakunin pero que Ana Sigüenza nos desentraña y nos pone en primer valor. Y no hay que olvidar que para los anarquistas la educación es la base fundamental. Por otra parte Julio Reyero nos acerca a tres cuestiones básicas en el pensamiento bakuninista, que fue objeto del análisis y crítica por el anarquista ruso. El nacionalismo, que en aquel momento atenazaba los debates de Europa, el Estado como elemento de opresión al individuo, y la religión como aparato de coacción a las masas. La repuesta bakuninista fue internacionalismo, antiestatismo y ateismo, pilares del anarquismo internacional.
Han quedado en el tintero muchas cuestiones de Bakunin. Imposible abarcarlas en unas pocas hojas de periódico. Quizá habría que ir pensando en realizar una obra sobre lo que fue, significó y significa hoy día la figura de Mijail Alexandrovich Bakunin.

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