Villalar 2019: En el campo y en la ciudad, ¡en pie, pueblo obrero!
Dejando
de lado los procesos de enfrentamiento nacionalista que copan buena
parte de los medios de comunicación, podemos llegar a discernir otras
luchas que se abren paso desde la razón y la dignidad, llenando de
esperanza y de ilusión el largo camino que conduce, de una forma clara y
limpia, hacia el desarrollo de ese mundo nuevo que anhelamos la inmensa
mayoría de los seres humanos.
El ejemplo de las mujeres : convocando
junto al sindicalismo combativo la segunda Huelga General Feminista el
pasado 8 de Marzo, llenando las calles de gritos en favor de la igualdad
social y económica y rompiendo las cadenas y el yugo patriarcal,
herencia del franquismo más oscuro.
El ejemplo de los pensionistas: que
contra viento y marea, sobre todo en la provincia de Vizcaya, denuncian
la vuelta de tuerca con la que pretenden acabar con el sistema público
de pensiones, ahondando en su privatización y en la exclusión de buena
parte del conjunto de la clase obrera. Egoísmo al fin y al cabo disfrazado de modernidad.
El ejemplo de la Iberia interior: llena
de cultura y resistencia pero también despoblada, abandonada por las
instituciones, que se ahoga en una agonía que debería avergonzar a toda
la clase política por las décadas y décadas de inanición de políticas
reales que lleven al necesario vuelco de la situación.
En
momentos políticos donde la crispación es el pan de cada día, donde el
discurso del odio y del miedo se instala en la agenda política, es más
necesario que nunca echar la vista atrás. Se cumplen 100 años de la huelga de la Canadiense.
Este sindicato y el conjunto de clase obrera barcelonesa consiguieron
la jornada de ocho horas. Este logro no estuvo exento de violencia
contra el movimiento obrero y de criminalización desde el poder
económico. La consecución de la jornada actual, por lo tanto,
no fue obra de ningún gobierno, ni siquiera de un proceso de justicia o
de humanidad amparado por la patronal catalana. Fue, sin duda, una conquista arrancada mediante la huelga como herramienta de transformación.
Esta victoria no se puede empañar, ni siquiera esconder, pues pervive
en la retina de todas y cada una de las personas que, aparte de memoria,
tenemos conciencia de clase.
Y ya que hablamos de memoria en esta vieja península, no
está de más recordar que quienes cargan contra el régimen del 78 –
aunque razones no falten- son los mismos que llevan cuatro décadas
viviendo de él. Quienes quieren derribar este régimen, lo único
que pretenden es construir otro similar. Los que manipulan la historia
para adaptarla a sus respectivos intereses, son los primeros que se
olvidan que existe un “pueblo trabajador”, que es el que verdaderamente
ha soportado todas y cada una de las agresiones del estado o del
capital. En definitiva, transversalidad de la que hace gala la
izquierda que jamás señalará al sistema económico capitalista como el
auténtico motor de la explotación contra las masas trabajadoras – al margen de la forma de estado que esta adopte-.
No
es baladí el resultado de una transición que nos impuso una monarquía
anacrónica y, sobre todo, una organización económica basada en la
delegación total de nuestras decisiones. Este modelo tiene una
incidencia negativa en los puestos de trabajo, que adolecen de una falta atroz de libertades, convirtiéndoles en un lugar donde se asesinan –literalmente- nuestros derechos más elementales.
Para
dar la vuelta a todo esto ya no vale depositar un voto al partido o
sindicato que nos parezca menos malo, eso no es el freno a la extrema
derecha que nos quieren vender. Fortalecer el movimiento obrero para que tenga capacidad de respuesta ante las agresiones que están por venir, será fundamental para, como decían los viejos castellanos, poder “dar la vuelta a la tortilla”. – Valladolid, primavera de 2019.